lunes, 25 de febrero de 2019

Malas prácticas

Mientras contemplaba cómo llevaban al cadalso al último candidato, se preguntaba si este daría la talla. Todos los anteriores habían acabado lloriqueando, suplicando incluso. Hubo hasta quien se arrepintió llegado el momento. Y eso que en la entrevista previa se comían el mundo. Pero luego pinchaban con la práctica.


Este no. Este mantuvo el tipo. Apretó la soga con la presión justa sobre el cuello del espía y no se inmutó cuando cayó el cuerpo. Sin embargo, un momento antes, cuando el condenado había expresado su última petición, no acertó a cumplir su voluntad. Tendría un B2 en el currículum, pero el inglés no lo entendía. Una lástima.

viernes, 22 de febrero de 2019

El reglamento


Es muy sencillo, ¿por qué no quieren entenderlo? Se empeñan en manifestarse. Protestan. No quieren embarcarse en lanchas de juguete. Nuestra policía está instalando púas afiladas para evitar que salten a este lado, en busca de nuestro bienestar, nuestra riqueza. La blancura asustada de sus cuerpos se acumula contra la valla. Ellos inventaron el fair play. Es el momento de que lo demuestren, ahora que les toca a ellos. A estas alturas del partido, solo estamos aplicando las reglas: cambio de campo.

lunes, 18 de febrero de 2019

Ley sálica

Los padres de Tomás insistían en recuperar al estúpido de su hijo. Rosaura no estaba tan convencida, y protestaba:


–No es culpa mía que sea tan crédulo, papá. Demasiada consanguinidad quizás.
–Rosaura, tu hermano es el heredero: aprende a respetarlo.


El dragón finalmente consintió en canjear a Tomás por tres doncellas, auténticas esta vez. Pero ya no quería a Rosaura, tan rebelde.


De vuelta a casa, con la peluca y el vestido rosa bajo el brazo, Tomás le reprochaba a su hermana la promesa incumplida: el dragón no le había enseñado a escupir fuego. Rosaura vio la ocasión:


–Para eso tienes que ir tú solo a desafiarlo con la armadura de papá.

viernes, 15 de febrero de 2019

Delfos


Había cambiado la forma de mostrarse. Ya no usaba el viento entre las hojas, ni extraños dibujos en el fuego. Ahora se manifestaba con imágenes coloridas, con melodías sutiles, o con leves vibraciones. Nosotras lo habíamos esperado durante generaciones. Y aquel extranjero lo traía en su bolsillo trasero, descuidadamente, como un rico que no ha pasado estrecheces ignora su suerte. No nos importó su aspecto metálico y frío, la literalidad infantil de sus respuestas, sin la ambigüedad misteriosa de otros tiempos. Reconocimos en aquel rectángulo que cabía en la palma de la mano al oráculo que todos creían perdido para siempre. Porque nosotras sabíamos que volvería.
Microrrelatos escrito para el concurso ENTCerrados

lunes, 11 de febrero de 2019

Amor fou


Ninguno de los niños que había en el arcón era Tomás, evidentemente. Porque él no era Dios, sino el científico que había ideado el arcón criogénico de clonación avanzada, que ahora mostraba sus frutos: ocho réplicas exactas de Tomás. Ahora solo quedaba educarlos condicionando sus respuestas emocionales. Seguro que alguno le daría por fin a su hija el ansiado sí. Quizás la estaba malcriando, cediendo demasiado a sus caprichos. Así que se prometió que era la última vez. Sobre todo mientras fuera necesario sacrificar la muestra para conseguir las copias. Si con esto no se volvía más razonable, tendría que cultivar otra para sustituirla.

jueves, 7 de febrero de 2019

In vino veritas

Cuando el cielo se abrió sobre ellos derrochando dorados y trompetería y el Grial les fue arrebatado, a Sir Galahad no le dolió la mirada despectiva de ángeles y serafines. Para ser sincero, lo que más lamentaba tampoco era perder a su rey, que se iba a borbotones. Lo que realmente le obsesionaba mientras el santo vaso se terminaba de perder de su vista era su atolondramiento cuando la posadera le entretuvo con detalles, y él solo pensó en la urgencia de un caldo con que obrar la curación:

—No, un vino cualquiera. La virtud reside en el cáliz.


lunes, 4 de febrero de 2019

El retorno del soldado

Cuando se ausentaba de casa para volver al frente podían pasar meses, años incluso. Ellas solo sabían que regresaría cambiado, apenas reconocible. Besaría a las niñas, volvería a intentar salvar el nuevo abismo entre su mujer y él. Impondría su autoridad.



La pequeña había descubierto el papel amarillento que consultaba a hurtadillas en cada regreso. Así que la noche antes de su nueva marcha se coló en el dormitorio y robó aquellas instrucciones pormenorizadas de cómo llegar a la casa, sus nombres, costumbres y otros trucos imprescindibles. En su lugar, dejó otra nota idéntica sobre Dolores, la inconsolable viuda de la casa de enfrente.

El mejor de los mundos posibles

 (Relato finalista en el X Concurso de Relatos Marbella Activa) El sujeto que nos ocupa, llamémosle X, tiene ante sí el mar, después de un c...