martes, 13 de septiembre de 2022

Beneficios de la censura para el progreso de los pueblos

Primero prohibieron las palabras “emperador” y “desnudo”, lo que enriqueció por igual nuestro vocabulario y a los editores de diccionarios de sinónimos. Leímos titulares tan sonoros como  “Nuestro jerarca va en cueros”, y otros con variantes del tipo “en pelota picada” o “in púribus”. 


Así que hubo que prohibir también las alusiones a la vestimenta o falta de ella, al igual que cualquier mención a toda clase de autoridad o jerarquía. Se alcanzaron de este modo cimas de poesía y sugerencia en las portadas (“Alguien estará pasando frío”), justo antes de que se decretara el cierre de las secciones de Moda, de Política, e incluso de Empresa. 



Los niños, sin embargo, seguían señalando con el dedo a tú ya me entiendes cuando lo veían pasar por la calle con la cabeza muy alta y las vergüenzas al aire. Es comprensible, entonces, que se optara por la extirpación preventiva del dedo índice de ambas manos en toda la población. La ventaja es que hemos erradicado la costumbre de usarlo para hurgarse la nariz en los semáforos, o la de presionar con él timbres hasta el hartazgo. Y, sobre todo, al leer periódicos que ya solo hablan de fútbol, nadie se lo humedece para pasar las páginas, menuda porquería.


[Publicado en noviembre de 2021 en Quimera. Revista de literatura, nº 455]

 

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