El arresto domiciliario y la destitución no duelen. Duele el horror. Mi patria, que es decir mi corazón, barrida por una ola de barbarie. Se gritan vivas a la muerte y muertes a la inteligencia.

Hoy, al amanecer del 31 de diciembre de este año maldito, dibujo con sangre de mi corazón un vítor que diga Miguel de Unamuno, y debajo, mi esperanza.
(Escrito para el concurso de microrrelatos de la San Silvestre Salmantina: http://www.sansilvestresalmantina.com/concurso-micro-relatos-publicados.php/#250)