Igual que el gato de Alicia, voy desapareciendo por partes mientras te cuido. Primero se desvaneció mi nombre entre la niebla, y acabé siendo “tú, ¿me traes agua?” Luego rechazaste mis achuchones y perdí los brazos. Las piernas me temblaron hasta diluirse cuando te oí llamarme de usted. Ahora siento cómo se difumina mi cuerpo si me preguntas qué hago aquí, y si no tengo un novio para pasear y echar la tarde. ¿Habrás olvidado al gato aquel del cuento que me contabas de pequeña? Porque ya solo aspiro a ser la sonrisa que te alumbre cuando todo lo demás se borre.
(Dedicado a la memoria de mi madre, claro, que desapareció cuidando)
Relato finalista semanal en el concurso de Relatos en Cadena, de La Ventana, cadena SER.
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