sábado, 31 de agosto de 2019

Hombre invisible

Llamo al camarero. Ni caso, como siempre. Me he descubierto indetectable para cualquier retina tras la barra.

Plan en marcha. En los lavabos me pongo los vendajes, las gafas oscuras, el sombrero y la nariz de pega.

Ahora, dolorido, tras ser golpeado y sacado en volandas al callejón por un escuadrón de gorilas enchaquetados, soy feliz: me han visto.

2 comentarios:

  1. Los bajitos nos sentimos tan identificados...

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    1. Y los feos e insignificantes, Julián. Más de una vez me he sorprendido cantando "Mr. Celofán" ante la barra, a ver si así dejo de ser transparente.

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