Los suecos decían que con los ataúdes Môrtensen se abriría un nuevo nicho de mercado. Los tanatorios se poblaron de viudas y huérfanos enfrentándose a llaves allen y planos sin palabras. Pero ahora cada cremación era una fiesta: aplaudían al ver arder la causa de sus sufrimientos.
jueves, 8 de agosto de 2019
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