Ya tengo los pies fríos. Aquí las temperaturas se desploman al ponerse el sol. Pero es la falta de ejercicio. No merece la pena calentar, porque ya ni se me acerca. Hemos perdido la chispa de otro tiempo. Por más que me pongo a tiro, que le hago llegar regalos: planos detallados para trampas, hachas, enormes pedruscos al borde de un acantilado, explosivos marca Acme. Ahora no quiere dar un paso sin el casco, sin la ropa ignífuga, e incluso se hace acompañar de un miembro de la protectora de coyotes. No debí dejar a su alcance aquel manual de prevención de riesgos.
lunes, 3 de junio de 2019
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