Se le concedieron dos superpoderes: la velocidad de la luz y la capacidad de desdoblarse. Pero no le concedieron un corazón de hierro. Así que cuando para probarlos dio la vuelta al mundo en un instante y se tocó a sí mismo en el hombro, por la espalda, el primero de sus yos murió de un infarto, y a él no le quedaron más ganas de correr.
Microrrelato leído en el Maratón de microrrelatos de la Feria del Libro de Sevilla 2019
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