lunes, 20 de mayo de 2019

Yo no escribí El Quijote

Se presenta ante este escribano quien dice llamarse Cide Hamete Benengeli, de procedencia arábiga y vestido a la forma en la que los de tal nación suelen, el cual se expresa en claro castellano y pide se le tome declaración. La cual se transcribe fielmente en este documento, palabra por palabra, siguiendo sus deseos. Así pues, declara el dicho señor Hamete Benengeli:


Que, como es de todos conocido, ha aparecido recientemente un libro que circula ya de mano en mano, con evidente regocijo de las gentes, que lo leen en corrillos en cualquier parte, y que trata de asunto caballeresco con desenfado y tendencia a la chanza y al disparate.


Que pese a que el libro susodicho lleva la firma de Don Miguel de Cervantes y Saavedra, en él se dice que el tal Miguel no es sino su segundo autor, dándose a entender luego clara y distintamente que la primera autoría de esta obra corresponde a un historiador arábigo y manchego cuyo nombre coincide punto por punto con el del declarante.



Que el declarante quiere hacer constar que él jamás ha pisado la Mancha ni escrito obra ni historia alguna, ni en castellano ni en su lengua arábiga originaria, aunque sabría hacerlo con mediana soltura, si llegara el caso, que aún no ha llegado.


Que tuvo tratos con el sobredicho Miguel de Cervantes en Argel, cuando este fue hecho preso por el turco. Y que fruto de ese conocimiento y de lo que de él ha leído, no le cree capaz de cosa buena en el terreno de las letras. Cierto es que se vanagloria de ser el autor de una obra en el nefando género pastoril, La Galatea, y de algunas piezas de teatro que no resisten comparación con las del Fénix de los Ingenios, y que el tiempo sepultará sin duda en el olvido, como suele.


Que sea o no Cervantes Saavedra el verdadero autor del citado libro, cosa que al declarante ni le va ni le viene, sí le va y le viene toparse en él con su propio nombre de Cide Hamete Benengeli, como si tal nombre no tuviera ya su dueño, como lo tiene. Y que tal nombre se toma en vano para llamar así a un primer autor, que lo sería de un manuscrito encontrado como por ensalmo, viejo artificio literario que da prueba de las escasas dotes de quien se tiene a sí mismo por hombre de letras e ingenio.


Que el señor Saavedra hizo tal sin consultar al declarante ni averiguar su opinión, y que se dio tal maña en el engaño, que todos reconocen al declarante en cuanto oyen su nombre y le importunan con detalles y opiniones sobre el libro como si él fuera responsable de los disparates que en él se contienen.


Que también ha tenido noticia de que otros autores han querido volver a escribir otra vez el libro, como si este no estuviera ya sobradamente escrito, sin más permisos ni licencias que los que les concede la confianza ciega en el propio ingenio, por más que frecuentemente la primera sobrepasa al segundo, con el único resultado de enmarañar aún más la cuestión. A oídos del declarante han llegado los intentos de un erudito francés de nombre Pierre Menard, los de un filósofo salmantino llamado Manuel o Ramón de Unamuno y hasta los de cierto autor que se oculta bajo el seudónimo de Avellaneda. Sostiene el declarante que sin duda cualquiera de ellos se avendría a sustituir con su nombre el del declarante, que en modo alguno quiere ni ha pedido gloria tan peregrina.


Que en todo caso, por lo que a él respecta, y tal como le ha solicitado verbalmente y por escrito a Miguel de Cervantes, el nombre de Cide Hamete Benengeli debería ser borrado del libro, que no es ni fue jamás obra suya, y le ha acarreado no pocos perjuicios e incomodidades, puesto que muchos le reprochan que no otorgara más gloria y menos golpes al caballero de la Mancha y otras lindezas semejantes, demostrando con cuánta razón se repite el dicho que afirma que un loco hace ciento.


Que hace responsable a Cervantes Saavedra de la merma que sufre su propio honor y buen nombre, que no por ser de arábiga nación es menos digno de respeto que el de un cristiano, viejo o nuevo, y que le ha obligado incluso a mudarlo (el nombre, no el honor, que es inmutable) usando a menudo el de Cide Hamete Borgesi, con el que piensa escribir alguna invectiva contra Cervantes y su impostura, si no resuelve en plazo razonable el daño que ha venido a denunciar públicamente mediante el presente documento.

Este texto, hallado por el autor de este blog en el mercadillo de Sevilla conocido como "El jueves", obtuvo el 2º premio en el concurso de relato corto "Vidas prestadas", de Rute.

1 comentario:

  1. ¡¡ENHORABUENA, TOMÁS!!
    Digno reconocimiento de tu buen hacer con las letras.
    Y accesit para quienes tanto disfrutamos con tus creaciones.
    ¡¡GRACIAS!!

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