sábado, 10 de noviembre de 2018

Poder de convocatoria


En la última reunión vecinal Don Pedro nos propuso una extraña fiesta. Con ella lograríamos al fin atraer gente a Comala. Nos habló de repoblar, del resurgimiento de nuestro pueblito querido, de ganarle de una vez por todas la partida a la desdicha; nos prometió sangre nueva, no ver siempre las mismas caras macilentas. El Día de Vivos, lo llamaríamos. Apuesto a que nadie en todo México había oído hablar nunca de fiesta tan absurda. Hubo desconfianza general. Como no le hicimos mucho caso y seguimos a lo nuestro, él, corajudo como estaba, decidió iniciarla por su propia cuenta. Cuando empezó con los ritos y prendió las velas ante el retrato del hijo vivo, un tal Juan Preciado, procuramos que no oyera nuestras risas, bonito es el genio que se carga nuestro Pedro Páramo. Porque aquí tenemos los pies bien asentados dentro de la tierra y no creemos en semejantes supersticiones.

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