martes, 13 de noviembre de 2018

Auditoría

—Lo he dicho y repetido mil veces. Hice el trabajo como de costumbre. El sujeto estaba preparado, hasta las cejas de sustancias. Vino en la barca vomitando todo el tiempo, con aquel canturreo obsesivo y ese tic insoportable en las caderas. Molesto, pero nada irregular. No me venga usted también con la misma monserga.

—No se ofenda, pero no consta en nuestros registros. ¿Firmó usted el formulario H-256?

—Déjese de formularios. En aquella época se trabajaba como siempre, con la guadaña y sin papeleos absurdos.

—¿Absurdos? Por descuidos así ya no se nos respeta. Por descuidos como ese nos vimos forzados a la implantación de este plan de calidad, y al manual de procedimientos que al parecer usted no respeta.

—¡Maldito Elvis!

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