lunes, 9 de diciembre de 2019

Nuevos tiempos

El activista seguía aburriendo a los directivos de la planta embotelladora con su despliegue de cifras y catástrofes. La nueva política de la empresa era abrirse al cambio, escuchar a la sociedad. Porque, además de las denuncias, habían obtenido pésimos resultados en compromiso ecológico corporativo. Así que ahora no tenían más remedio que escuchar con buena cara a aquel gurú de fular al cuello, quitarse la corbata para hacerse selfis con él y publicarlos en las redes con propósitos de enmienda, iconos de mundos y corazones verdes. Pero el jipi se había ido envalentonando y les pedía —les exigía incluso— un cambio radical en su modo de producción, tan contaminante. La atmósfera ya no soportaba tanto CO2. De seguir así, el aire se haría irrespirable y hasta su refresco dejaría de venderse. Porque lo único embotellado que la población necesitaría desesperadamente sería aire puro. Aquello sacó al delegado ejecutivo de innovación y proyectos de su sopor. Tras garabatear algunos números sobre el nuevo papel reciclado con el membrete de la compañía, intervino al fin: 

—Interesante. ¿Y cuánto aire consume una persona por día? ¿De cuántos litros estaríamos hablando?


3 comentarios:

  1. Brillante, conciso y contundente. Me ha recordado a un tebeo de Superlópez que ya no recuerdo bien, uno algo distópico en el que querían poner un impuesto por respirar o algo semejante.

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  2. Genial. Así funcionan muchas mentes, por desgracia. Puestos a recordar tebeos, sería más El caso del bacalao, de Mortadelo y Filemón, en el que regalaban bacalao a todo Cristo y luego cortaban el suministro de agua para vender agua a precio de oro. Con tu permiso, va para el examen de mañana.

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  3. Muy bueno Tomás. Mucha suerte y ojalá nuestras voces sean escuchadas y llevadas a la práctica.
    Besicos muchos

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