lunes, 7 de enero de 2019

Error de cálculo

Ordenó sin pestañear la expulsión de cualquier extranjero del reino, desoyendo las tímidas protestas de sus consejeros. No le temblaría el pulso. El país necesitaba medidas drásticas, y no sobraba el trabajo para los nacionales. Firmó una orden irrevocable.



Días después, en el barco que le conducía al exilio, lamentó no haber prestado más atención a su tata, cuando siendo pequeño le recitaba como una salmodia la historia peregrina de su dinastía.

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