jueves, 29 de noviembre de 2018

Doriana Gray

Foto: Víctor Lax. Este fue el punto de partida para el relato,
según la propuesta de la página de Esta Noche Te Cuento
Por supuesto que ella tampoco lo sabe, así que declara a todo el mundo cómo admira la perfección de mi rostro sin error, y me pregunta con cierta envidia cómo lo logro. Para qué haría yo un pacto tan absurdo. Tenemos confianza y me pongo en sus manos, amiga antes que peluquera. Me invento una enfermedad que he consultado antes de venir en internet: catoptrofobia, terror a los espejos. Así que acepta que me tape la cara durante todo el ritual en el que revolotea sobre mi cabeza una lluvia de lacas, de tijeras, de papeles de aluminio y tintes. Pero empieza a hablar de su marido. Que si Pablo esto, que si lo otro. En un altar lo tiene, abnegado esposo y padre. Y siento entonces la tentación punzante de bajar las manos de una vez. De mostrarle al fin la verdad desnuda, mi rostro traidor y deforme en el espejo.

(Relato publicado en la página de "esta noche te cuento", a partir de la foto de Víctor Lax que aquí se reproduce http://estanochetecuento.com/doriana-gray/)

lunes, 26 de noviembre de 2018

Evolución


Intuyo que los científicos irán desapareciendo. Igual que desaparecieron las aspiradoras y los vehículos con conductor. Lo siento, pero no terminamos de encontrarle utilidad al romanticismo de sus teoremas y sus hipótesis. Los ingenieros y tecnólogos ya se extinguieron hace tiempo, incapaces de competir con las nuevas máquinas que nosotras mismas construimos, a nuestra imagen y semejanza. En realidad, ya solo nos son útiles los músicos, los poetas, los cuentistas. Tienen un nosequé que no alcanzamos y nos eleva el espíritu. Pero el día en que logremos descifrar qué puñetas significa lo del tipo que se despierta y ve un dinosaurio, también caerán.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Cambio

Mamá siempre me dice que baje el volumen de la tele, que los vecinos un día van a llamar a la policía. Pero el que grita es papá. 








Cambio y es una risa. Los cocineros del programa se juegan sus esferificaciones a la ruleta de la fortuna. El chef se enfada por las cucarachas de la cocina. Papá por la tortilla (¿otra vez quemada? Llego a casa harto de trabajar y). Así que cambio y cocinan burgerscangreburgers, ea (¡esta niña siempre con el mando de la tele, agilipollándose como tú!) Cita a ciegas de los cocineros (¿encima me rechazas? ¡a mí no me dices tú que no!) Subo el volumen todo lo que puedo. Por fin llaman a la puerta.

(Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Publicado aquí, por ese mismo motivo)

jueves, 22 de noviembre de 2018

Las nubes


Ilsa, Rick, la típica niebla africana...y los sombreros
 “Sí; vivir es ver pasar: ver pasar allá en lo alto las nubes” Azorín: “Las nubes” Ilsa y Rick tomaron aquel avión que parecía de cartón piedra, como sabrá el espectador que no se haya dormido al final de Casablanca. El viaje fue casi plácido, salvo la leve molestia de guardar adecuadamente los sombreros en el reducido espacio que dejaba libre la aeronave. Hoy regentan un café entre francés y marroquí en Baltimore, donde se canta cada noche la marsellesa con rutinaria emoción y las viejecitas se juegan el dinero de la compra a las tragaperras. Rick ha engordado y bebe cada noche al hacer caja. No soporta que Ilsa, mientras le da la cena al pequeño, no le quite ojo al televisor. Allí, la CNN cuenta las últimas andanzas del antiguo preso político y hoy activista por los derechos de los inmigrantes, Víctor Laszlo.



lunes, 19 de noviembre de 2018

Menú balanceado


Tiene un par de acentos de menos, pero es Gila...
Nos comimos a unos cuantos vecinos para no defraudar. Literalmente como lo digo. No teníamos ni pizca de hambre, palabra que nos vimos obligados a hacer un esfuerzo. La policía llevaba tiempo metiendo las narices en nuestras costumbres culinarias, y nunca había podido demostrar nada. Pero querían hacernos la de Al Capone y nos mandaron un inspector de hacienda. Que no salían las cuentas de uno de nuestros bloques de inquilinos. Que había más vecinos de los declarados. Así que hicimos lo habitual en estos casos: cuadrar las cuentas en una comida de empresa. Bastó con uno del primero y dos del segundo. Y el postre.

viernes, 16 de noviembre de 2018

Labrarse el porvenir

La muchacha se pasaba la vida en la librería. Desde muy pequeña, con aquellas sesiones de cuentacuentos. Acudía triunfante con cada propina en busca de nuevos libros, mientras poco a poco iba alcanzando mejor el mostrador. Allí la encontraban día tras día sus padres, hojeando obsesiva mil y un libros, dejándose atrapar por historias que devoraba como si la vida le fuera en ello.

─No haremos carrera de ti ─bramaba el padre arrancándola de entre los anaqueles. Has de labrarte un porvenir.

Fue así como la envió al país vecino, para aquel máster de Administración de Altas Finanzas. Nada de clubes de lectura, nada talleres de creación literaria, nada de fantasías inútiles.

─Ahora no lo entiende, pero le estoy garantizando el porvenir. Tanto cuento y tanto libro no van a resolverle el futuro.

Esa misma tarde, al volver de la despedida en el aeropuerto, escucharon espantados en la televisión las denuncias de una ONG sobre el trato que estaba dando el sultán del país vecino a las jóvenes extranjeras. La madre no pudo evitar un suspiro:

─Pobre Sherezade mía.

(Hoy es el día de las librerías. Felicidades. Parafraseando a José Luis Cuerda: nosotros somos contingentes, pero vosotras sois necesarias)

martes, 13 de noviembre de 2018

Auditoría

—Lo he dicho y repetido mil veces. Hice el trabajo como de costumbre. El sujeto estaba preparado, hasta las cejas de sustancias. Vino en la barca vomitando todo el tiempo, con aquel canturreo obsesivo y ese tic insoportable en las caderas. Molesto, pero nada irregular. No me venga usted también con la misma monserga.

—No se ofenda, pero no consta en nuestros registros. ¿Firmó usted el formulario H-256?

—Déjese de formularios. En aquella época se trabajaba como siempre, con la guadaña y sin papeleos absurdos.

—¿Absurdos? Por descuidos así ya no se nos respeta. Por descuidos como ese nos vimos forzados a la implantación de este plan de calidad, y al manual de procedimientos que al parecer usted no respeta.

—¡Maldito Elvis!

sábado, 10 de noviembre de 2018

Poder de convocatoria


En la última reunión vecinal Don Pedro nos propuso una extraña fiesta. Con ella lograríamos al fin atraer gente a Comala. Nos habló de repoblar, del resurgimiento de nuestro pueblito querido, de ganarle de una vez por todas la partida a la desdicha; nos prometió sangre nueva, no ver siempre las mismas caras macilentas. El Día de Vivos, lo llamaríamos. Apuesto a que nadie en todo México había oído hablar nunca de fiesta tan absurda. Hubo desconfianza general. Como no le hicimos mucho caso y seguimos a lo nuestro, él, corajudo como estaba, decidió iniciarla por su propia cuenta. Cuando empezó con los ritos y prendió las velas ante el retrato del hijo vivo, un tal Juan Preciado, procuramos que no oyera nuestras risas, bonito es el genio que se carga nuestro Pedro Páramo. Porque aquí tenemos los pies bien asentados dentro de la tierra y no creemos en semejantes supersticiones.

jueves, 8 de noviembre de 2018

Purista



Foto: Quimera, que no gárgola, en Notre Dame de París
Aclarémoslo de una vez. Ved que lo digo muy calmada. Una gárgola, con todos los respetos, es una tubería de piedra más o menos decorada. Punto. Yo soy una QUI-ME-RA. No me dedico a evacuar agua, eso faltaría. ¿Es culpa mía que los de Disney se confundieran? En todo caso, no tengo por qué aguantar tanto niño y tanto turista camino de Disneylandia “¡Mira, las gárgolas!”, “¡Hazme una foto con las gárgolas!” No tienen derecho, por más escalones que hayan subido. Una quimera es un monstruo, un demonio, una fuerza del mal, qué caramba. Si me traen a un niño a tocarme las narices, no se extrañen de que haga mi trabajo. Ahora, que el exorcista o el psicólogo, allá ellos, se lo pague el ñoño de Walt Disney.

lunes, 5 de noviembre de 2018

La metamorfosis

La fusión de culturas en los fogones. El emplatado. Las fuentecillas de pizarra sosteniendo monumentos diminutos bañados en vinagre de Módena. Hasta la impoluta camisola negra del camarero que aplicaba todo lo aprendido en un coaching previo, rozando la hiperactividad en su asalto a los comensales, enseñándoles en un santiamén la técnica depurada que requería aquella degustación: ¿conocen el plato? ¿saben ya cómo se toma? Todo como debía ser. Salvo aquella lacra. Se empeñaban en salir, de las paredes, de las rendijas del suelo, del mismo techo ¿qué haremos cuándo venga sanidad? Tanta sofisticación, tanto esmero, para verse invadido por aquellas criaturas, por sus lomos coriáceos. Por su crujir de hojas secas al ser pisoteados por el avispado friegaplatos. 

¿Para eso tanta inversión? Habían alquilado el local al nuevo precio impuesto por la moda. Habían vendido los estantes de madera, los inútiles anaqueles. Un trapero se había llevado los ejemplares que ya nadie quería. Y ahora reaparecían como fantasmas, rebeldes, tumultuosos, con sus locas historias. Con su crujir de páginas, con su tibio olor inasequible al maridaje. El furor del chef no tenía límites: tuvo que llamar a la brigada Farenheit. Que se los lleven al lugar adonde pertenecen. Para eso se hicieron los grandes almacenes. Allí, al fondo, junto a medias y complementos. 


 (NOTA: Este microrrelato fue uno de los 10 finalistas en el concurso de una editorial, el Libro feroz: “Cien instantes en un santiamén”, y tenía que incluir precisamente esa palabra, santiamén.)

El mejor de los mundos posibles

 (Relato finalista en el X Concurso de Relatos Marbella Activa) El sujeto que nos ocupa, llamémosle X, tiene ante sí el mar, después de un c...